Partió al Padre la víspera de Pentecostés, el sábado 19 de mayo, y
recibió un cariño rebosante el lunes durante el funeral celebrado en su
memoria en la capilla de nuestro Colegio, que se quedó pequeña para reunir a la
Familia Corpus Christi.
El Señor ha llamado a la M.
Victoria, coincidiendo también con la celebración de las primeras comuniones de
los niños este sábado y domingo en nuestra capilla. Además, tal y como destacó
el Padre José Juan, su funeral estrenaba la memoria litúrgica de María Madre de
la Iglesia.
Con semejante densidad de significado, está claro que el Señor algo
nos ha querido decir. Básicamente, este “algo” es “Alguien”: es la Comunidad de
Amor que acaba de recibir en el Cielo a nuestra hermana, que llega con largos
años de entrenamiento viviendo el amor en comunidad con las Hermanas Jerónimas
de la Adoración. Y aunque se la echa, y mucho, de menos sobreabunda el gozo y
la certeza de saber que estará bien… ¡Muy bien junto al Señor!
Con Pentecostés se acaban cincuenta días de alegría incontenible de
presencia del Señor Resucitado. Para la Familia Corpus Christi, la vuelta al
tiempo ordinario parecía aún más dura con el fallecimiento de la Madre
Victoria, con la ausencia física de una hermana tan especial. Pero el Señor ha
estado grande, como siempre. También recibiendo a la M. Victoria en una fecha
singular.
Entremezclados con el vértigo de volver al día a día, con el Señor ya
en el Cielo y nuestra hermana siguiendo sus pasos, encontramos el consuelo del
Espíritu Santo y la alegría profunda de que, al lado de María, ya no habrá nada
que temer.
María a quien tanto quería la M. Victoria… María “Madre de la Iglesia”…
de la peregrina y de la que triunfa celebrando la reciente incorporación de nuestra
hermana a los “comedores” del Cielo. Porque está clarísimo, allí arriba, la M.
Victoria tampoco se va a quedar de brazos cruzados ; ) ¡Damos gracias al Señor
por su vida, porque no se puede pedir más!
La Virgen, “Puerta del Cielo”, ha llamado a la M. Victoria a su lado
en el mes más mariano. Nuestra Madre ha sido la encargada de acompañar de
manera muy especial a la M. Victoria en su morada celestial… a ella que tantas
veces se encargó en la tierra de saludar y despedir a sus queridos alumnos al
abrir y cerrar las puertas de nuestro Colegio. Precisamente otras puertas, las
de la capilla, tuvieron que abrirse de par en par en su funeral para acoger a
tanta gente que quería y quiere a la M. Victoria y que no cabía dentro.
Descansa en el Señor, Madre Victoria… e intercede por la Familia
Corpus Christi que tanto te recuerda.
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